martes, 9 de diciembre de 2008

El Cante

Sobre los alientos contenidos, sobre el denso silencio -tan fuerte y espeso que se diría sólido como la propia pared-, sobre ojos expectantes y corazones sedientos de ser conmovidos, un instrumento dulcemente tañido sirve de carril etéreo para que una figura silenciosa, diríase que huraña por el profundo fruncido del ceño, ojos cerrados, cabeza gacha, se rebusca por dentro. De repente, encontrando aquello que buscaba y la forma de decirlo, cambia de expresión, eleva la cabeza y las manos y echando torrentes de aire por la abierta boca, como en una agonía, lanza como un grito de parto del alma. Luego un giro imposible, un arabesco meloso y un llorar hablando hacen crisparse a unas manos que hablan y entonces.............¡o sí entonces! los corazones entienden, los corazones saben, saben él y todos que allí está lo que buscaban y, por un momento, todas las almas ven aquella alma, y lloran con ella.

2 comentarios:

Juana Macías Moreno dijo...

Vaya! esto si que es casualidad, el domingo estuve en una tasca escuchando cante, y tu escribes sobre ello.
PRECIOSO, mejor no se podría describir, tu tienes que ser de mi tierra entender y entrar en el alma del cante como tu lo has hecho hay que sentirlo. Precioso. Espero con gana tus escritos.

Besos.

Rio abajo dijo...

Desde Sevilla, rio abajo, yo bajé. ¿Todavía esto es río? No que mar ya es, ¡ay mi río que ya eres marinero, gaviota y coto ya te veo! Me empapé de Pueblo, de calles, de gente, de decires, de lo que yo fuí y soy. Y allí, siendo de día, una luna azul me encontré. Esa luna me siguió, felices ambos, todo el día y cuando rio abajo desató la pasión flamenca, ví su cara brillar más azul que nunca. Un beso luna y un guiño de tu rio abajo¿ o debo decir pasion flamenca?¡Mua!